La Catedral de Burgos es un ejemplo eminente de catedral gótica que ejerció un destacado papel en la difusión de las formas artísticas del siglo XIII y una considerable influencia sobre la arquitectura y las artes plásticas en la Edad Media y el Renacimiento.
Esta enclavada en el centro de la ciudad medieval, a los pies del castillo y a la vera del Camino de Santiago. La ciudad que fue fundada en el 884 por el conde Diego Rodríguez, como importante enclave militar, comienza a desarrollarse a partir del 1071, transformándose entre los siglos XII y XVI en un burgo mercantil, alcanzando su máximo esplendor en el Renacimiento. En estos siglos se construyeron tanto el templo catedralicio como otras importantes parroquias de la ciudad que se convierte en un destacado centro comercial e hito en la red de caminos, destacando como nudo fundamental del Camino de Santiago.
La catedral es una obra gótica del siglo XIII mandada construir por Fernando III y el obispo Mauricio en 1221, sustituyendo a una catedral anterior del siglo XI de estilo románico. En los siglos XV y XVI los Colonia reforman la capilla mayor y levantan la capilla del Condestable, además de las agujas sobre las torres y el cimborrio (reconstruido por Juan de Vallejo) y Diego de Siloé construye la Escalera Dorada. Su planta consta de tres espaciosas naves alrededor de las cuales se insertan, distribuidas irregularmente, trece capillas, y una nave de crucero de la misma altura que la nave central, formando una cruz latina. Destacan las puertas góticas del Sarmental y la Coronería y la renacentista de la Pellejería.
La catedral de Burgos sintetiza, a través de sus diversas capillas, vidrieras, sepulcros, retablos y bienes muebles las innovaciones artisticas de la baja Edad Media y el primer Renacimiento, que se complementa con ejemplos destacados de la época barroca. La arquitectura gótica en la que se integran armónicamente importantes ampliaciones y modificaciones del siglo XVI, constituye un testimonio excepcional de la creatividad.